EL JARDÍN DE EPICURO EN CICUS
Cicus acoge las jornadas sobre filosofía epicúrea con la reunión de traductores, helenistas y pensadores que evocarán la mítica escuela hedonista
Durante tres días el CICUS se convierte en el mítico Jardín de Epicuro, aquel lugar de retiro y sabiduría fundado por el filósofo de Samos y en el que se fundó la escuela epicureísta. Los principales especialistas, pensadores, investigadores y traductores del mundo clásico se reúnen en CICUS dentro de las jornadas “Epicurea: La escuela del placer” para reflexionar como en un auténtico hortus conclusussobre la figura del filósofo. Una actividad que complementa el taller que se celebra en CICUS “Una antigua llama” y cuyo club de lectura coordina Alberto Marina quien estuvo acompañado por el editor Ignacio F. Garmendia para presentar este ambicioso ciclo.
El lunes el profesor Carlos García Gual repasó la trascendencia de Epicuro a través de la mirada que proyectó en algunos de tres figuras del epicureísmo: Filodemo de Gádara, Diógenes Laercio y Diógenes de Enoanda.
Sobre Filodemo de Gádara recordó la biblioteca en la Villa de los Pisones, cerca de Herculano, que quedó carbonizada por el Vesubio y recuperada en una mínima parte durante las excavaciones del siglo XVIII. Carlos García Gual, uno de los helenistas más prestigiosos y que ha traducido y estudiado las fuentes de la filosofía epicúrea, evocó como característica clave de Filodemo de Gádara la importancia que daba a la cultura en la búsqueda de la felicidad y sus poemas eróticos. “Epicuro desaconsejaba el amor, que el sabio se enamorara y que procurara evitar las pasiones. Consideraba la sexualidad como algo placentero siempre que no perturbara”, explicó al tiempo que leía jugosos poemas eróticos evocando el ambiente sensual que se convocaba en aquel jardín del placer.
De Diógenes Laercio destacó su labor como doxógrafo, pues gracias a él conocemos buena parte del pensamiento de Epicuro. “Laercio es conocido por los diez tomos de sus Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, una obra llena de anécdotas porque para Laercio los filósofos parecían personajes pintorescos”, apuntó García Gual.
Diógenes de Enoanda fue el tercer epicureísta rescatado por García Gual. De él recordó cómo inscribió las máximas del maestro en un muro de la antigua ciudad de Enoanda en Licia, en la actual Turquía, y su elogio de la amistad y también de la vejez. “Defendía un concepto de la felicidad simplemente como ausencia del dolor, la felicidad crepuscular, a pesar de que en el mundo clásico la vejez estaba mal vista”, subrayó recordando el libro que él mismo dedicó a este gran personaje, El sabio camino hacia la felicidad. Diógenes de Enoanda y el gran mural epicúreo.
Tras la intervención de García Gual y cumplida ya la total ataraxia, la tranquilidad de ánimo y el placer del espíritu con la búsqueda de la felicidad, llegó el turno de la poeta y traductora Aurora Luque que rescató a la gran figura de Safo y el mundo de Lesbos y sus discípulas. El título de su conferencia fue “Safo baja al Jardín: apuntes sobre la poesía sáfica”.
Aurora Luque, responsable de la edición Safo, Poemas y testimonios, que publicó hace algunos años Acantilado, desentrañó la vida y la obra de la poeta releyendo poemas de Safo a través de la mirada de autores actuales como Michel Onfray o Anne Carson. “Para leer a Safo estamos en el siglo adecuado. Tras las vanguardias el lector puede completar la lectura y así leemos los fragmentos de los poemas de Safo, cuya tarea de reconstrucción era antes de los traductores”. Luque recuperó a una transgresora Safo como evocadora del placer y de defensa del pacifismo frente a la belleza de la guerra que propugnaban algunos de sus coetáneos.
El Jardín epicúreo de CICUS convoca el miércoles 17 y el jueves 18 de mayo a otros pensadores y especialistas como el traductor y maestro de latinistas Francisco Socas que hablará sobre “Lucrecio: Evangelista en la Roma de Epicuro”; el también traductor de griego antiguo y moderno y editor de la colección Romiosyne, Juan José Tejero con “Últimos ecos del hedonismo en la literatura griega”; Rosario Moreno Soldevila en “Breviario de la buena vida: algunos epigramas de Marcial”, del que es una de las mayores especialistas, y Alberto Marina, editor (La Piedra Lunar) y coordinador del club de lectura “Una antigua llama”, con “Virgilio, el epicúreo melancólico”.
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