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La Universidad de Sevilla cuenta desde junio de 2015 con una Gipsoteca, un espacio musealizado destinado a contener más de 100 vaciados en yesos de esculturas procedentes de todos los periodos de la historia del arte hasta el siglo XX.
El propósito de la misma cumple una doble función, por un lado, recuperar la colección de yesos que posee la Universidad de Sevilla, realizando no solo un proceso de restauración exhaustiva de las obras expuestas sino también un estudio y catalogación más científico de las mismas; y por otro, el de ponerlo al servicio de la comunidad universitaria en particular y de todos los ciudadanos en general, para su disfrute y aprovechamiento.
La exposición, de carácter permanente, se distribuye por las galerías y atrio de las Facultades de Geografía e Historia y Filología, así como por los patios y biblioteca del Departamento de Historia del Arte, realzando así el valor patrimonial de nuestro edificio, la Antigua Real Fábrica de Tabaco, declarada como Bien de Interés Cultural.
El grueso de la colección lo conforman vaciados procedentes de las esculturas más destacadas de la antigüedad clásica: relieves con escenas de jinetes procedentes del friso jónico del Partenón (mediados del s. V a. C.); piezas excepcionales como el Doríforo y el Diadúmeno, ambas, réplicas romanas de modelos griegos realizados por Policleto en la 2ª mitad del siglo V a. C.; o el Apoxiomeno, copia romana de un bronce griego del siglo IV a. C. realizado por Lisipo; sin olvidarnos de las impresionantes tallas helenísticas de la Venus de Milo y el Torso Belvedere, pieza esta última, que influyó en Miguel Ángel a la hora de representar sus figuras hercúleas, cargada de una enorme tensión muscular que contribuyó a enfatizar la ?terribilitá? Presente en la mirada de sus representaciones.
Del periodo romano cabe destacar la retratística, representada aquí por los bustos de los emperadores Octavio Augusto y Marco Aurelio, así como los de otros personajes destacados de periodo republicano e imperial, como es el caso del retrato de Escipión ?el Africano?, vencedor del cartaginés Aníbal en la batalla de Zama (202 a. C.), o la imagen idealizada de Antínoo, amante del emperador Adriano, que no dudo en inmolarse lanzándose al Nilo para favorecer los buenos augurios hacia su protector.
Muy interesante es el vaciado procedente de una pieza genuinamente sevillana, el yeso que reproduce la clave polar que preside la bóveda del crucero de la catedral de Sevilla, erigida, en opinión del profesor Juan Clemente Rodríguez Estévez, por Juan Gil de Hontañón entre 1514 y 1517, tras el derrumbamiento del crucero en 1511.
El Renacimiento italiano tiene cabida con vaciados procedentes de los relieves de la Cantoría de la catedral de Florencia, realizados por Lucca della Robbia, una de las más exquisitas esculturas de todo el Quattrocento italiano; sin olvidarnos de dos representaciones del genio de Caprese, el soberbio Miguel Ángel, la cabeza del esclavo moribundo, pensado originariamente para formar parte del sepulcro funerario del Papa Julio II y la Virgen de Brujas, realizada inmediatamente después de la Pietà del Vaticano, y que guarda sus mismas formas estilísticas. Del Renacimiento español se conserva, en una de las hornacinas de la escalera del atrio de la Facultad de Filología, una impresionante escultura de cuerpo completo del Emperador Carlos V realizado por el taller milanés de los Leoni hacia 1549. Otras piezas destacadas corresponden al San Jorge de Donatello, en el momento previo a enfrentarse al dragón, y los bustos de Ippolita Maria Sforza y de Leonor de Aragón del escultor dálmata Francisco Laurana.
Interés especial merecen aquellas piezas realizadas a partir de vaciados de esculturas ubicadas en la ciudad de Sevilla. Ya hemos tenido oportunidad de hacer alusión a la clave polar de la bóveda del crucero de la Catedral pero nos parece interesante destacar en esta misma ubicación el busto de San Fulgencio, escultura original de Lorenzo Mercadante de Bretaña, situada en la jamba central izquierda de la Puerta del Bautismo. En esta misma línea tenemos un torso de atleta de Itálica, un retrato acéfalo de la matrona Servilia procedente del conjunto arqueológico de Carmona, el relieve de la Caridad, vaciado del original en mármol de la Portada de la Iglesia del Hospital de las Cinco Llagas y cuya autoría se debe a Juan Bautista Vázquez el Viejo; o las dos máscaras realizadas, a partir de sendas esculturas en madera policromada, por Juan Martínez Montañés y que pertenecen a don Alonso Pérez de Guzmán y doña María Alonso Coronel, fundadores de la casa nobiliaria de Medina Sidonia y del Monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce. Para finalizar no podemos olvidarnos del monumentalismo de Pérez Comendador, representado aquí por su Alfonso X el Sabio.
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