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CICUS PASÓ EN CICUS

ESTHER FERRER, UNA PERFORMANCE HISTÓRICA EN CICUS

ESTHER FERRER, UNA PERFORMANCE HISTÓRICA EN CICUS

La artista ofreció ante un Auditorio lleno de público una conferencia-acción en la que evocó el espíritu de la mítica formación ZAJ

 

¿Un acto artístico? ¿Una performance? ¿Una conferencia-acción? ¿Un evocador acto de nostalgia vanguardista? Todo eso ofreció el martes 9 de mayo Esther Ferrer (San Sebastián, 1937), la artista de acción y referencia del arte conceptual, en un repleto Auditorio de CICUS en el que literalmente no quedó un sitio libre.

La histórica artista sorprendió con una conferencia delirante y deslumbrante, extravagante y rigurosa, lúdica y reflexiva en la que fueron apareciendo desde Hércules a Picabia pasando por Mallarmé o Dante, Álvaro Pelagius y los discípulos de Dante, héroes mesopotámicos y los reyes godos.

Esther Ferrer, ante un público entregado que siguió con complicidad su propuesta de de intervención, recordó sus tiempos en ZAJ, el grupo formado por ella misma y por Juan Hidalgo, José Luis Castillejo y Walter Marchetti en los años sesenta. Una formación que marcó a varias generaciones y que se convirtió en la referencia del arte de acción y conceptual en el gris panorama cultural del franquismo. “ZAJ era una unión libre. Cada trabajo se podía hacer de forma individual o de forma conjunta. Todo era entre filosófico y pedante. ZAJ era una posibilidad y un punto de mira. Había quienes afirmaban que era simple y lógico, otros que absurdo e incomprensible. Todos tenían razón. Todas las interpretaciones eran válidas. El vacío de ZAJ lo llenaba cada cual como podía”, explicó.

También apareció el vacío. Y el silencio en la conferencia. El silencio fue un invitado más en esta performance de Esther Ferrer. “¿Cómo se presentaba ZAJ? Era muy diverso, a veces era puro silencio”, añadió. Y se quedó en silencio ante el público expectante. Un silencio que jugueteó entre los oyentes, que se volvió viscoso e incómodo a ratos. La gente se inquietó entre bromas. La artista llevaba demasiado tiempo en silencio. Y, de pronto, continuó la acción-conferencia asegurando que ZAJ también era un grito. Y entonces gritó y encadenó palabras en un ejemplo de casi automatismo: “Aullar, declamar, chillar, berrear, gritar, desgañitarse, hablar a grito herido, hablar a grito pelado, rugir, vocear, dar voces, vociferar, hablar a voz en cuello, irse la fuerza por la boca, hombre al agua, Santiago y cierra España. Socorrooooo”, concluyó mientras sus palabras enlazaban con un pasodoble ante el que la gente cayó rendida. El juego de la vanguardia estaba servido. La gente bailó con el espíritu de ZAJ.

“ZAJ no enseñaba, no era una escuela. No demostraba, era indemostrable. Ni provocaba, porque la gente se provoca sola. Es más fácil aburrir que divertir”, añadió mientras lanzaba un dado que caía de su cabeza o vertía el líquido de una botella de vodka en un vaso diminuto.

Esther Ferrer, Premio Velázquez de Artes Plásticas, dejó una huella imborrable en la historia de CICUS con una conferencia-acción que se recordará durante mucho tiempo.

 

 

 

 

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