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El significado de la “SAMBA” de Reinaldo Ribeiro

By ALMA CREMADES

El pasado 13 de febrero era un jueves más de AHORA! DANZA 2020. Esta propuesta, que trae al CICUS talentos emergentes e internacionales del mundo del baile, tenía como protagonista en esta ocasión a Reinaldo Ribeiro, coreógrafo procedente de Río de Janeiro, lugar que tiene mucho que ver con lo representado en la obra. Este artista cuenta en el espectáculo sus vivencias, entre ellas como emigró a Argentina y más tarde a Europa, concretamente Barcelona, donde fundó el colectivo Lamajara junto a Daniel Rosado y Paloma Hurtado. Sin embargo, SAMBA, el espectáculo que presentó el jueves, es una creación propia que el mismo produce, dirige y crea.

Este proyecto nace cuando Reinaldo entra en los 40 y empieza a tener un sentimiento de nostalgia hacia sus raíces, las que había dejado apartadas hace 20 años cuando decidió irse del país. No es solo una pieza de danza contemporánea o de música brasileña, sino una reivindicación social en cuanto a las restricciones de Brasil, que parece que desaparecen cuando llega el carnaval. El comienzo del espectáculo crea un sentimiento de agonía que es el que quiere transmitir el propio bailarín, usando solo su cuerpo y una de las paredes del auditorio, acompañado de una música que pone a todos en tensión y una iluminación que ayuda a envolverse en este ambiente. Directamente el bailarín lleva al público adonde le apetece con solo el uso de sus movimientos y su expresión facial y corporal, ayudado de varios elementos que hacen más fuerza aún. No es mucho más lo que utiliza, ya que con solo esto y la ayuda del simple espacio por el que se mueve consigue crear un escenario con esencia propia.

Con sus pantalones celestes llenos de flecos que le dan mucha más vida a cada movimiento, traspasa a los simples ojos y mueve al espectador de la risa cuando él ríe, a la tristeza cuando la obra pasa a un tono más gris. Justo antes del ecuador de la pieza, el propio artista lleva a su cuerpo a los límites, estando unos veinte minutos sin bajar los brazos, creyendo que va a llegar cierto punto donde no va a poder aguantar más y queriendo mostrar ese doble sentido de cansancio, que incluso al espectador le agota verlo. Después de crear este sentimiento de angustia, da un giro de 180 grados a su creación y se empieza a convertir en una especie de obra de teatro con el baile siendo aún el protagonista. Momentos nostálgicos, dramáticos pero a la vez mucha comedia es lo que comienza cuando el coreógrafo invita a alguien del público. Ante la expectación, el participante coge de un carro que tiene el propio bailarín unos brazos hacia arriba de cartón para que Reinaldo pueda seguir bailando con sus brazos bajados.

A partir de aquí, empieza a crear una especie de Rio de Janeiro artificial con elementos que traía en ese carro, como una hamaca o una cerveza, para recrear una playa brasileña con la imagen del Cristo Redentor a su espalda, recordando su infancia y adolescencia en la ciudad llena de momentos felices pero que a la vez era una cárcel para su libertad. Tras escribir con un polvo dorado la palabra Europa en el suelo, lo borra como metáfora de una idea de sueño brillante pero que en realidad también se desvanece. Con este pequeño recordatorio final de sus vivencias y las contradicciones del país, una foto de Reinaldo de pequeño con los brazos arriba en el carnaval aparece de fondo y termina la obra envuelto en un plástico y con el cartel de “Cerrado por vacaciones” como guiño a una carroza de la festividad.

Después de ver la obra completa, el espectador va siendo más consciente aún de todos las referencias sociales que este coreógrafo brasileño es capaz de transmitir con sus movimientos, no siendo esto solo un espectáculo de danza, sino un grito de indignación desde la historia de un joven que decidió marcharse en busca de un futuro con más posibilidades y donde pudiese ser él mismo.

Debate con Reinaldo Ribeiro

Tras finalizar el espectáculo, el protagonista mantuvo una charla con el público en la que habló del transfondo y de lo que quería conseguir con su creación. Además respondió a las preguntas que le hicieron varios de los asistentes.

Según Reinaldo, el sabía y sentía lo que quería hacer desde un principio, y con esa idea los materiales le fueron llegando en un proceso bastante largo. Decidió hacer esta obra en solitario al entrar en los 40, donde empezó a recordar un poco más de donde venía, las tradiciones del país y en especial el Carnaval, o más que esta festividad, su significado. Para él había una gran confrontación entre lo permitido y las libertades en esta semana llena de alegría donde todo parece que es posible, y lo totalmente contrario, es decir, todas las injusticias y obstáculos que viven los días restantes del año.  Con la danza y el teatro que ha creado, deja una gran cantidad de guiños referentes al sistema patriarcal, a los impedimentos de ser quien quieras ser, a el control político, a la religión y teología y como influye en la sociedad y en el carnaval, y a muchas más de lo que para él han sido desigualdades a lo largo de su vida. Su enfoque da para reflexionar sobre temas como inmigración, figuras paternalistas, religiosidad, hipocresía y un gran alarde más en una pieza de no gran tamaño. Las libertades son una especie de fantasía solo en esa época, donde la ciudad se transforma y da una imagen de disfrute, colectivismo y desahogo, que no es realmente parecido a lo que se vive diariamente en Sudamérica.

Con este gran peso social, el bailarín va hablando toda la obra de las aparentes diferencias entre Sudamérica y Europa, pero una gran similitud en lo que a dificultades se refiere. Todo su viaje personal se ve reflejado en su propuesta escénica, dejando ver su parte más intima cuando hace memoria de su primer beso, sus amores o su trayectoria. El cansancio que ha sufrido durante tantos años luchando por su trabajo, se ve mostrado en los 20 minutos en los que no baja los brazos ya comentados antes, como un paralelismo de llegar a los propios limites y a pesar de ello, continuar.